miércoles, marzo 26, 2008

Espejo



ESPEJO

Reconozco el lugar
Aunque nada está en su sitio
El olor es familiar
Pero parece distinto
Cuando el agua se convierte en vino tinto
Y lo que era tres ahora es cinco

Te fuiste y muy solo me dejaste
Huiste y mi alma te llevaste
¿O fue todo un sueño que tú misma fabricaste?

Aún recuerdo tu perfume
Pero el frasco está cambiado
Corre, para, baja, sube
El mundo ha girado
Cuando el coche se convierte en carro alado
Y dejas de estar a mi lado

En mi mente tus palabras resuenan
Pendiente de caricias que no llegan
Tus recuerdos me condenan.

Confundo tu nombre
Pierdo la calma
Sigo siendo el mismo hombre
Pero tu cara no es tu cara
Y me peleo con la almohada
Por saber que es verdad
Y qué no sirve para nada
Por conocer la realidad
Que reina fuera de mi cama

Puede que todo fuera una mentira
Una cruel ilusión lo que siento
El tiempo agravó la herida
Que causó ese adiós eterno
Cuando la primavera se convierte en invierno
Y de mi casa voy directo al infierno

Suspiro y suspiro por tenerte
Busco vida y solo encuentro muerte
Y el espejo me repite que despierte

Que despierte
Que despierte
Que despierte

Confundo tu nombre
Pierdo la calma
Sigo siendo el mismo hombre
Pero tu cara no es tu cara
Y me peleo con la almohada
Por saber que es verdad
Y qué no sirve para nada
Por conocer la realidad
Que reina fuera de mi cama

Vida y sueño
No soy dueño
Sueño y vida
Una partida…
Perdida

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Benito Rodríguez Alonso.

Seis de enero de 2005

lunes, marzo 17, 2008

SILENCIO (Febrero 2007)

La chica morena del vestido negro dejaba que el cigarro se consumiese en sus manos. Ya no prestaba atención a la ceniza que caía lentamente. No pestañeaba. Mantenía la mirada fija sobre el grupo de chicos arrinconados en una de las mesas del fondo. Jugaban al kinito, como casi todos los que estaban en aquel bar. Ella era distinta. Había ido a aquel antro para acompañar a Elena, una amiga del colegio a la que ya casi no veia. Pasaron de compartir secretos y lapiz de labios en la niñez a quedar una vez al año e intercambiar sonrisas de compromiso y recuerdos mojados. Elena no paraba de hablar, pero ella seguía contemplando a aquellos chicos del fondo. Gritaban y se insultaban. Reían. Se volvían a insultar. Gritaban. Y de repente…

SILENCIO.

Eran las dos de la madrugada de un sábado, 24 de febrero de 2007. Ninguno de los clientes del del Top Ten, el prestigioso bar regentado por Don Enrique Ceballos, parecía saber que había ocurrido. Nadie fue capaz de explicar en ese momento por qué se pasó de un ruido ensordecedor al más absoluto silencio. Incluso Elena había detenido su incontinencia verbal, justo cuando relataba lo sensible que era su recién estrenado novio, para sumarse al silencio.

Enrique Ceballos salió de la barra e invitó a los clientes a abandonar el local. Había llegado la hora de cerrar el bar hasta el próximo viernes.

Fue entonces cuando la chica morena se dio cuenta de que su cigarro se consumía. Lo apagó y recogió su bolso. Dos besos a Elena. Dos promesas de volver a verse cuanto antes. Dos mentiras, y se fueron de allí. Pero ella, seguía mirando al grupo de chicos. En ese instante, uno de ellos, el más atractivo y sensual de todos, un chico rubio y alto con jersey a rayas se subió a una silla mientras uno de sus amigos le sacaba una foto. Ella quería preguntarles el motivo por el que habían contagiado su silencio a todo el bar, pero no se atrevió. Subió las escaleras, se marchó a casa e intento dormir.

La semana que sucedió a aquel día fue una pesadilla. Aquella imagen y el misterio que la rodeaba perturbaba su cabeza, por lo que decidió que el viernes iría de nuevo al bar y se enteraría de lo sucedido.

Por fin llegó el viernes, y la chica se acercó hasta el Top Ten. Buscó a Enrique en la barra, pero no estaba, así que preguntó a otro de los camareros. Ella le explicó lo sucedido el anterior sábado y le preguntó si conocía el motivo por el que el bar entero se había enmudecido. El camerero comenzó a reir.

- Pero mujer, ¿Acaso no sabes lo que pasó? El Señor Muelle por fin venció a la historia.